lunes, 27 de febrero de 2012

24. PUNTO FINAL

Quedan muchos capítulos en el tintero
Demasiado por decir, pero no hay una razón para seguir
Esto se termina aquí por salud mental, por que le falta fuerza al corazón
Porque es una historia que salió de las cenizas
y que ingenuamente quiso volver a vivir

Nunca hay que mover las heridas del pasado
son cicatrices que nos recuerdan que el pretérito fue, una vez, presente
pero ya pasó, ya quedó atrás
No quiero mirar adelante, sé que no estarás,
no miro porque no hay un punto fijo,
porque ya he vivido demasiadas quimeras a tu lado
porque también estoy cansada

Porque nunca pasamos al plural
Porque los años pasan factura
y las cosas se pagan, yo, ya pagué esta vez
estamos a mano, creeme

Esto se cierra aquí, no hace falta estar de frente para cerrar círculos
Te dejo con toda la libertad del mundo, sin fantasmas, sin reproches, sin hubieras
Me quedo con los recuerdos, pero en un baúl, donde deben estar
Suerte en tu vida, con lo que empiezas, con lo que no te atrevías a dar el paso
Hazlo, nada te detiene

Y no hay promesas ocultas de buscarte, ni metáforas ni moralejas
Es un adiós con punto final al nosotras que un día intentamos dar vida
y que no se pudo salvar, te dejo lo mejor de los recuerdos
un te amo, siempre, un hueco en el colchón, una caricia en secreto
y una promesa de no colarme en tu vida nunca más

En ese universo paralelo, donde vivimos alguna vez,
me quedo en el aeropuerto, besándote, abrazándote y sonriendo
Siempre serás la única, lo sabes
Gracias por todos esos años y los momentos irrepetibles,
mi niña perfectamente imperfecta.

jueves, 23 de febrero de 2012

23. AÑO NUEVO, VIDA NUEVA.

Nos despedimos, pensando que nos veríamos en poco tiempo; tú, segura de que me tenías, de cuánto te amaba; yo, sin saber que pensar, habías dicho que no era tiempo de dar ese paso de vivir juntas y me iba mostrando una cara tranquila, pero me tenías destrozada por dentro, enojada, decepcionada, dolida, demasiado triste.

Sabía que tenía que divorciarme de Cano, no podía seguir engañándolo así. Me llevaste a comprar mi boleto de autobús, nos despedimos cada una pensando de forma tan contraria.
Al llegar al DF me esperaba uno de mis primos, me llevó a casa y, aunque me preguntaba muchas cosas (por ejemplo, porqué estaba en una terminal de autobuses si venía de España, supuestamente); le pedí no preguntar, no tenía ganas de hablar. Pensaba en mi abuelo, en ti, en la forma de quitarme esa sensación de vergüenza y frustración.

La casa era demasiado triste sin mi abuelo, el sillón reclinable donde se sentaba ya no estaba; ni su lampara, su cama tampoco... apenas quedaba rastro de sus objetos, sólo había fotos; entré a su recámara y abrí ese armario donde tantas veces me escondí de niña jugando, y vi sus chaquetas, sus camisas, sus zapatos de estar por casa, y lloré. Ya no me recibiría con un: "mi muchachita", no había película que valiera la pena si no estaba él para contarme sus historias. Esa fue una de las navidades y año nuevo más vacías y ausentes que he vivido.

Aunque esa parte de mi vida es importante, no me gusta tocarla demasiado, es algo muy íntimo y que no estoy lista para abrir, no quiero restarle importancia, pero no escribo esta historia por o para él, es punto y aparte.
La casa había cambiado bastante desde la última visita, o había sido yo?; estaba mas desgastada, la pintura dejaba notar que necesitaba reformarse, los muebles eran nuevos, ¿dónde quedaron los anteriores?, en general, todo parecía más pequeño. Es lo que tiene salir de el entorno, conocer más de una casa y echar de menos la nuestra.

Otra vez en el aeropuerto, sola esta vez; basta pasar una despedida para evitarlas en lo posible. Tuve suerte y viajé ese mismo día. No recuerdo si había a algún famoso, o las películas que vi para pasar esas 11 horas de vuelo. Sólo pensaba en la forma de decirle a Cano que debíamos separarnos. Cuando llegué a Barajas me acordé de ti. Y reviví tu estancia en mi mundo desde el primer día. Llegué a la estación del norte y me esperaba Cano, hablamos del viaje, de mi familia y poco más.

Era tiempo de aclarar las cosas y, sin saberlo, de meterme en un mundo de droga, mujeres y letras. Mi abuelo se llevó lo poco que quedaba de esa niña detallista, alegre, familiar; y tu te quedaste con toda la pasión, la energía y el amor.

miércoles, 22 de febrero de 2012

22. EN QUÉ MOMENTO

Pienso en la última vez que hicimos el amor... y no la recuerdo, tengo ese momento, cuando fuimos a Oaxaca y me acompañaste a mi habitación, entré al baño a ducharme y luego apareciste tu, quitándome el bañador por detrás, besándome la espalda y yo sin responder; pensando en qué momento dejé de sentir pasión por tus besos, porqué sólo deseaba apartarte y decirte que no.

Tu casa quedó llena de recuerdos, besándonos en el patio de atrás, entre la ropa y el viento con olor a suavizante. Tu habitación por las noches, con mi maleta azul a los pies de tu cama; las charlas en el cuarto de tu hermano; el sudor, los jadeos y tu nombre entre gemidos se quedaron en más de una cama. El olor de mis cosas de aseo en tu baño, los sillones donde tantas veces te miré; y mis favoritas, la cocina, disfrutando de tu cuerpo desde la barra mientras hacías faena; y la escalera, tantos besos previos a, más de una vez te senté en ella deseando hacer el amor ahí mismo y más de una vez dijiste que no, demasiado arriesgado.

Una de las situaciones que contribuyó a que me enamorara de ti fue el ambiente en tu casa. Muy familiar, la unión y complicidad de todos y cada uno de los miembros me atrapó. Les compramos regalos en Madrid y Valencia y se los diste hasta que yo llegué. Les agradaron y, sumado a los masajes que le di a tu madre, creo que me la gané. Siempre he tenido claro que ocupo un sitio especial e intocable con ella, y lo agradezco. Toda tu familia parecía contenta conmigo, y yo con ellos.

Nos ingeniábamos el quedar a solas en tu casa, para poder amarnos.
Mis besos suaves, siempre rozando apenas los tuyos, finos y delineados, subiendo de intensidad, los tuyos ansiosos, impacientes mordiendo mis labios rojos y voluminosos, desesperados por jugar con una lengua que te estaba prohibida si tenías ese piercing puesto.
Tu nuca, blanca, con esos rizos negros que siempre te dan batalla; cuántas veces caí en ella, perdiendo la noción del espacio mientras te decía cosas apenas susurrando las palabras para hacer que giraras tu cuello y volver a caer en tu boca.

Te gustaba besar mi cara y morderme las mejillas hasta hacerme enfadar, entonces hablabas como una niña y comenzabas a tocar mis brazos, a besar mis manos y yo a corresponderte, besando cada dedo, mordiendo la yema, y tus suspiros sumados a esa sonrisa me decían que podía seguir. Desnudarte siempre fue como abrir un regalo, observando cada pieza, cada botón; tus manos siempre terminaban antes conmigo, disfrutabas de mi piel suave, y yo de lo que iba descubriendo poco a poco.
Tus manos marcaban el ritmo de un baile con mi cadera, moviéndote con exactitud, disfrutando, sabías que podías hacer de mi lo que quisieras en ese momento, me hacías hablar, prometer, rogar. Siempre llevaste la batuta en la cama.

Dolía hacer el amor contigo sabiendo que no querías nada serio en ese momento, y por mas que intentaba resistirme, siempre caía en tu cama, es mas, era yo quien te buscaba muchas veces, intentando desconectar el corazón del cuerpo. Nunca he negado el grado de excitación que teníamos con sólo mirarnos, ni lo he vuelto a sentir.

Creo que al escuchar la tercer negativa comencé a crear, inconscientemente una barrera para protegerme de ti, de mi y lo que podíamos ocasionar; e hice lo que hasta entonces se me daba bien, huir de ti. Parecía que mientras mas distancia había de por medio, estábamos mejor.

martes, 21 de febrero de 2012

21. NO

No hay mejor medicina que el amor incondicional de tu pareja.

Volví a recaer, me llevaste al médico y tu madre dijo que me quedara en tu casa esos días. Nuevamente, no sabía si besarle o decirle que no me pusiera en tan difícil situación.
Viví la maravillosa rutina de tu casa, te acompañaba a la universidad, a tu trabajo, a esas tareas pendientes; cualquier pretexto era bueno para salir contigo. No podía tomarte de la mano porque tenías miedo de que nos viera algún conocido incomodo, tampoco podía abrazarte. Sólo en el coche, ocasionalmente te acariciaba la mano o la rodilla.

En mi familia, sólo mi madre sabía donde estaba yo; una tarde hablé con ella y me dijo que mi abuelo me había dejado algo de dinero, le dije que tomara algo si necesitaba sin saber cuánto era; me lo dijo y pensé: "Esto me da para vivir aquí, mientras encuentro empleo; para vivir con ella". Estaba emocionada, todo parecía más claro de repente, después de divorciarme sería totalmente libre para vivir a tu lado.

Salimos a caminar cerca de tu casa esa noche, te comenté que sería agradable vivir juntas, planeando todo; no decías nada, solo asentías con la cabeza y tratabas de cambiar de tema. Te dije que me divorciaría, que estaba pensando en la posibilidad de vivir en Guadalajara; y te dije algo parecido a esto: "sé que estas estudiando todavía, y que yo no tengo empleo aquí, pero creeme, podemos vivir juntas; no tendrás ningún problema económico y será fácil encontrar trabajo con lo que he aprendido estos años; ¿te gustaría vivir conmigo?"
Tu respuesta fue un: "sería muy bonito... pero no estamos listas". No insistí más esa noche.

Días después salimos a pasear por el centro, quería preguntarte de forma más directa, pero no me atrevía, en el kiosko era un buen lugar, frente al Teatro Degollado, entre los niños en el parque. Se iba la mañana y te invité a comer, el sitio era bueno, con el ruido de la fuente, pocas personas, algo escondido, y, a veces creo que lo esperabas, porque ese día estuviste nerviosa, no me mirabas a los ojos, estabas inquieta. Luego caminamos entre locales de artesanías, mariachis y música; y lo solté.

"Me gustaría compartir desde ahora mi vida contigo, puedo divorciarme desde aquí, no tendría que regresar, dime que aceptas vivir conmigo, prometo cuidarte, no dejarte, amarte..." -estaba temblando al decirte todo esto-; me interrumpiste para responder que tu también me amabas, que me querías mucho, pero que no te ibas a salir de tu casa, no así, querías terminar tu carrera; no estabas lista para algo serio, querías seguir con la juerga en la universidad, las salidas con tus amigas y lo que yo te pintaba era bonito, pero a largo plazo, no en ese momento.
Me quede ya no solo con la vergüenza de la primera vez; sino con un dolor por que veía que pesaba la edad más de lo que creía.

Luego de días dolida, cayendo en tu cama cuando querías y aguantando cuando no se podía; cargando el título de "amiga" con varias personas; un día salimos con tus compañeras del futbol. Amables la mayoría, hasta unos pendientes me regaló una de ellas. Al volver, te comenté la impresión que me dio cada una y te reías de lo acertado que resultaba describirlas. Fue una buena tarde aunque la sombra de Anais estaba esa tarde presente al ser amiga en común de ustedes.

Te noté mas relajada y fuimos al mercado Cultural, a un museo de artesanías y al parque ese día.
En el parque te dije que no quería regresar, yo sabía que tenías miedo de dejar lo que conocías hasta entonces, pero una palabra tuya, una promesa de que irías a vivir conmigo mas adelante (en un tiempo corto) y me quedaba. Te enfadaste, me dijiste que no querías, que no ibas a dejar lo que tenías por ahora, que no insistiera más. Que no estabas lista para dar ese paso y no sabias cuando lo estarías, que te quedaba mucho por hacer...

Esa noche decidí regresar a casa, y pasar la navidad con mi familia, te lo dije y aunque te sorprendió seguramente pensaste que era lo mejor.
También, esa misma noche comencé a tratar de olvidarte, a intentar dejar de quererte como lo hacía, y, sin planearlo, comenzaría a buscarte en otros labios, otros cuerpos, terminando así con la fidelidad absoluta.

jueves, 16 de febrero de 2012

20. SABINA Y TU

He tardado en escribir esta etapa... quizá porque fue la mejor que vivimos, la que más disfrutamos, la que me enamoro y me alejo también.

Sabías que intentaría ir a México pero no cuando, hablaste con Toño y me quedé nuevamente en su casa. Fuimos a comer a un Burguer King, nos quedamos hablando en el estacionamiento, mientras devoraba la hamburguesa después de tantas horas sin comer. No puse mucha atención a tu conversación, solo te miraba pensando que por fin estaba a tu lado, que era hora de organizar mejor las cosas.

Fuimos a casa de tu amigo y recordamos la tarde que hicimos el amor por primera vez; ahora tu cuerpo no era extraño para mi, sabía con que tipo de besos encenderte, decirte que quería más de ti.
Era como estar en casa cuando me abrazabas, recargando tu cabeza en mi pecho y tus manos en mi cadera. Un tipo de baile sin música, con el acorde de tus suspiros y el tono de mis gemidos; todo desaparecía. Estar contigo así era lo mas egoísta del mundo; me olvidaba de todo y todos, solo me importaba lo nuestro.

Una vez desahogadas las ganas mutuas, comenzamos a hablar sobre lo que haríamos las siguientes semanas.
Salimos a la calle con la sonrisa a flor de piel, compramos objetos de aseo personal para mi; recuerdas el gel de baño de lavanda?, pues hace poco que empezaron a venderlo aquí, la misma marca; el shampoo que usaba era fructis, ahora uso uno para prevenir la caída; una esponja para el cuerpo, pasta dental y poco más.

Recuerdo que pasé allá la FIL ese año, y estaban de invitados dos grandes: El Gabo y su amigo Sabina. El día del concierto de Joaquin me sentía mal, me dolía el estomago, así que me dejaste pronto en casa de Toño y te fuiste a tu casa, pero me quede viendo la tv, todo eran noticias del concierto de Sabina; pudo más mi vicio por él, que los cólicos, me vestí y tomé un taxi; fui a la Feria y compré mi entrada; por ese tiempo aún no te gustaba tanto Joaquin, lo escuchabas, pero no al grado de ahora.

Estando dentro del recinto pedí a varias personas me dejaran usar su celular, para llamarte y decirte que estaba allí. Luego de comunicarnos y el reproche por salir enferma te dije que estaría ahí por si querías ir. No te enojaste, te pusiste furiosa; había conseguido colarme hasta adelante, podía recargar los brazos en el escenario y cuando quedaban minutos para que saliera Sabina me remordió la conciencia escucharlo sin ti, disfrutar de mi ídolo sola; deje un sitio que sabia no volveré a tener la suerte de ocupar y te busqué, al no verte dentro me salí y los de la puerta me advirtieron que ya no podría entrar. Perdí el dinero, la oportunidad de gritarle y escucharlo de cerca porque no sería lo mismo que a tu lado.

Salí, seguía el concierto por unas pantallas fuera del lugar, cuando llegaste, enojada, levantando la voz mientras me hablabas y llamando la atención de la gente, te pedí que te calmaras, intenté explicarte que me había salido por estar a tu lado, que lo pasáramos bien. Pero pudo mas tu enojo que cualquier motivo. Cansada de tratar de hablar y pedirte que te relajaras pase de ti, te dejé hablando sola y me puse a ver el concierto, no a disfrutarlo, porque no dejabas de verme enojada, te dije que te fueras, pero tu respuesta fue que esperarías a que quisiera irme para llevarme a casa. Cuando cantaba alguna canción con alguien o pedía cigarros te acercabas, me los dabas tu y todo esto con miradas que perforaban y una seriedad que enojaba.

No soporté más tu actitud y te dije que me iba a casa, me seguiste hasta que subí al coche; al llegar estaba encabronada, furiosa por tu forma de actuar, me gritaste en la calle, te pasaste reclamando, enojada, no disfrute nada esa noche. Antes de irte me pediste perdón; te pedí que te quedaras a dormir y no lo hiciste, ninguna noche te quedaste ahí conmigo.

Esa noche pensé: "será siempre así de celosa y enojona?, qué nos falta por conocer de ambas?"
Al despertar vi tu coche fuera de la casa de Toño, me preocupe y te llamé, me dijiste que se había quedado parado y te fuiste en autobús.

Seguí enojada casi todo el día, pensando en la noche que habíamos pasado y lo que nos faltaba por descubrir.

jueves, 9 de febrero de 2012

19. I WILL

Estaba en el Castillo de Xátiva, con una amiga, la cafetería que está en la entrada era perfecta para pensar. Nos sentamos a charlar de todo, disfrutando de los árboles enormes que flanqueaban las esquinas, las enredaderas cubriendo parte de las bardas y ese aire tan puro; tomamos mosto y fumé un par de cigarros antes de levantarnos y decir: "Me voy a México a buscarla".

No podía pasar más tiempo sintiendo como la nostalgia se hacia presente todos los días.
Comencé a preparar el viaje; le dije a Cano que quería ir a ver a mi familia después de lo de mi abuelo -de cierta forma sentía que no le estaba mintiendo-, limpié mis maletas, guardé ropa de más y preparé mi boleto, segura de que viajaría esa misma semana.
Hable con la amiga que se quedó unos días en casa, le comenté que iba a México; me deseo buena suerte, me preguntó qué día volaba y poco mas.

El corazón me latía con fuerza, segura de lo que quería, de que estaba a horas de volver a verte. Me fui esta vez en autobús a Madrid, salí de madrugada. La vista de los molinos de viento con el cielo naranja y los campos verdes alegraban el camino, iba escuchando a Sting y, por supuesto, a Sabina.
Al realizar la parada a mitad del trayecto compré un café, galletas y cigarros; charle con una mujer pocos años más grande que yo, también iba al aeropuerto, cambiamos de asiento al subir; no recuerdo mucho su conversación, solo pensaba en ti.

Ya registrada en la lista de espera pasé la mañana leyendo un libro, caminando, nerviosa, haciendo tiempo hasta la hora del vuelo (siempre se hace eterno). Por fin, mi nombre en el mostrador 25, lista para salir. Esta vez no había famosos, y me tocaron 3 asientos, así que pude dormir cómoda. No cené, no podía con la ansiedad, vi películas sin enterarme de que iban, dejando que esas 11 horas de vuelo mas las 4 del autobús y las 7 de esperar el vuelo no pesaran.

Aterrizamos de madrugada, demasiado pronto, no avise a nadie que viajaba; al salir me encontré con mi amiga, la que se quedó en casa una semana, me recibió con su novio, fue una grata sorpresa y una gran ayuda, ya que sólo llevaba encima euros y a esa hora las tiendas de cambio estaban cerradas. Le pedí me cambiara algo de dinero; pero mejor aún, me llevó hasta la terminal de autobuses, pagó el boleto a Guadalajara y me invitó un café.

El autobús salía 2 horas más tarde, se quedó un rato y después me toco volver a hacer tiempo, caminar, charlar con un chico que también esperaba ese autobús, un italiano que iba a buscar a su mujer, mexicana. Subimos y mi asiento, como siempre, adelante, el chofer no quería conversar, cerró la puerta y no pude ver esa panorámica que tanto me agrada. Horas más tarde se detuvo a que la gente bajara a desayunar (sobre todo él), pero yo, sin pesos y nadie que quisiera cambiarme euros me quedé en el autobús, con frío y hambre. Llevaba casi un día sin comer. Traté de dormir pero su estación con música grupera a todo volumen no me lo permitió.

Después de casi un día viajando llegué a Guadalajara, salí y busqué un banco, cargando mis maletas y la mochila; fui a uno que esta algo retirado de la estación, el único que había, y, aunque el cambio no era muy justo no tenía muchas opciones. Luego de esperar casi una hora tenía pesos en la mano, regresé a la terminal, otra vez, arrastrando las maletas y te llamé a tu casa, te dije que estaba allí, que me dieras la dirección de tu casa para ir. Te sorprendiste mucho, y me dijiste que me quedara, que ya ibas tu por mi.

Esos fueron los minutos más largos de todos, sentada con unas señoras mayores al lado, te vi entrar y nos besamos, otra vez las miradas puestas en nosotras, pero en mi mente solo estabas tú y las semanas que pasaríamos juntas.

martes, 7 de febrero de 2012

18. HASTA LUEGO

Casi todo final espera un "continuara".

Las siguientes semanas fueron duras, estaba ausente por lo ocurrido con mi abuelo, Cano estaba a mi lado y tú te sentías fuera de lugar.
Una tarde, me dijiste cómo te sentías, lo fría que había estado y las cosas que podías hacer en México si regresabas antes.
Hablamos bastante tiempo, y entre lagrimas, decidimos que lo mejor era que regresaras a tu casa. Empezamos a organizarlo todo, con alegría por tu parte ya que estarías de nuevo en tu mundo y tristeza por que las cosas no fueron como pensábamos, además de la pena que causaba que fuera mejor estar lejos que cerca.

No recuerdo con exactitud los últimos días.
En la despedida no hubo beso, porque nos acompañó Cano, sólo un abrazo y un "te amo" susurrado al oído.
El regreso a casa fue en silencio, como siempre, tomados de la mano; hablando sobre lo que cenaríamos esa noche y con un frío entre los dos casi palpable.

Entrar a casa y no verte fue duro, pasar por tu habitación, oliendo todavía a ti; tuve que robar tu almohada y tus sabanas enseguida; ya que una amiga se quedó en casa un par de semanas, sólo pude disfrutar tu perfume unos días. Hablé con ella sobre ti. Me dijo: "siempre que tomes una decisión, hazlo con la cabeza fría y el corazón cerrado". Era cuestión de tiempo divorciarnos, sin embargo, me detenían muchas dudas.

Comencé a visitar más seguido a Eva, una amiga que tenía un balcón estupendo para escribir, hablar, escuchar música, vamos, para tratar de cambiar el mundo.
Era de un espacio justo para una mesa y su par de sillas, rodeado de esa hierba que crece por las paredes, con macetas de flores color violeta, un carro de servicio con una lámpara blanca encima, un cenicero grande y blanco también, y un baúl de madera pequeño.

Cuando Cano tenía que viajar me iba a casa de Eva, hablábamos sobre todo de ti, de cada detalle tuyo. Al principio me pareció que se había enamorado de ti; pero después, me dijo que era de mi, de la forma en la que te amaba, ella quería que la viera igual. Me dio ternura, le expliqué que sólo la veía como a una amiga, tenía ideas de olvidarte en otra piel, de conocer mas personas. Pero sabía que lo único que me calmaría eras tú. Así que 3 semanas después de tu partida me fui a buscarte a México.

sábado, 4 de febrero de 2012

17. COLOR ESPERANZA

Las llamadas de madrugada tienen el efecto de hacer latir más rápido el corazón.

Eran ya varias noches las que dormía mal, ese presentimiento que altera los nervios no me dejaba descansar. Una madrugada sonó el teléfono, era mi hermano, me preguntó que cómo estaba; -mi abuelito, verdad?- atiné a contestar, y el silencio me respondió. Lloré y no recuerdo que más me dijo, colgué.
Me quedé sentada llorando, pensando qué hacía tan lejos de casa, el par de años que me perdí a su lado, lo injusta que fui al no hacer más por él. Cuando me dí cuenta Cano me estaba abrazando, tú estabas de pie, en la puerta, al separarnos me abrazaste tu y me sentí caer, todo parecía irreal, solo sentía tus brazos y tu voz diciendo que estabas conmigo. Lloraba en silencio, no grité, ni dije nada, las lágrimas salian sin que pudiera detenerlas, me aparte de ti y les dije a los dos: "es día de trabajo, vamos a empezar", Cano dijo que si no iba a trabajar lo entenderían, pero no quería pensar; no lloré más que unos escasos minutos y me puse en marcha.

Desde el trabajo llamé a la estación de radio que escuchaba entonces, aquella donde te enviaba saludos y mensajes que entendiamos solo nosotras; me preguntaron como estaba, y respondí: "no se, se ha muerto mi abuelo, y no puedo estar allá", el locutor no supo que decir, me dio el pésame y al terminar el programa me dedicó una canción de Diego Torres, comentando lo mucho que lo sentía y que esperaba superara pronto la perdida. Seguí trabajando y sin poder llorar, no porque no quisiera, no podía atender a la gente así. Pasé ese día en trance, como si estuviera ausente viendo desde fuera lo que pasaba.
Llegué a casa y estabas tú, me abrazaste y me quedé ahí un rato, sin decir nada, comentaste lo de la radio y te respondí un par de cosas sobre lo amable que había sido el locutor. Así paso esa fecha, no era yo.

Estuvimos unos días "tranquilas" sin jugar a nuestro juego favorito, pensé demasiado si valía realmente la pena seguir tan lejos, había llegado a España huyendo de ti; pero ya te tenía, eras mía. Es cuando Cano ocupaba mi mente, pensando que no se merecía ese engaño, ni tu vivir en la sombra ni yo lastimar y salir mal parada. Ahora que lo veo a distancia no se porqué tarde tanto en regresar a tu lado, donde estaba mi sitio.

Continuaron los celos por un lado y otro, las tardes de otoño caminando por Valencia, cohibida, callada, analizando, esperando. Con el tiempo recorrido he aprendido a no esperar, a tomar lo que es mio, a no callar un "te quiero" o un "no eres tu, soy yo". Has tallado con tu existencia mucho de lo que soy y como soy. Gracias por estar conmigo en ese momento y todos los que han venido mas adelante.

jueves, 2 de febrero de 2012

16. UN DIA CONTIGO ERA


Despertar con alegría por compartir una oportunidad más vivir.
Entrar a tu habitación y verte dormir, pensando en lo afortunada que era por tenerte.
Colarme en tu cama, sentir tu cuerpo cálido y observar esa sonrisa que me daba los buenos días.
Decirte tonterías al oído, hacerte reír y luego suspirar para activar el corazón, mi corazón.

Desayunarte en tu cama, comerte con la mirada, cenarte con suspiros.
Observar cómo un trozo de queso hacía que te transformaras en una niña feliz.
Descubrir de nuevo Valencia, España, México, Guadalajara.
Pasar horas que parecían minutos con cada sonrisa tuya.

Disfrutar de cada sensación al doble.
Estar con mi fantasía hecha realidad.
Querer parar el tiempo, ser egoísta y quererte absolutamente para mí.
La perfecta imperfección de no ser como los demás.

No conocer imposibles, todo tenia siempre solución.
Avanzar, conocerme, descubrirme, encontrarme en ti.
Hacer de lo absurdo un motivo interesante.
Aprender a amar sin conocer limites.

Hay tanto que decir, mucho que callar, cosas por llorar, detalles que agradecer, caminos por andar, obstáculos que afrontar, situaciones que respetar, hay mucho, demasiado dolor y heridas... sin embargo; los días contigo siguen ahí, estáticos, intocables, seguros, míos, nuestros y tal vez tuyos.

miércoles, 1 de febrero de 2012

15. CHUECA


Salimos muy poco por Valencia, nos movimos en el Barrio del Carmen, el que tiempo atrás me vio caminar enojada e impotente por tu relación con Anais.
Esta vez era diferente, iba sonriendo, de tu mano, recuerdo ese otoño más cálido de lo que son ahora; me gustaba perdernos por esa zona, descubrir sitios nuevos, terminar en las terrazas bebiendo algo fresco -en esa época éramos de cerveza-, viendo a la gente pasar, escuchando lo mismo jazz que bossa o lounge.
Sitios tan bizarros como "El Cafetín", nuestro preferido, con muñecas sin cabeza colgando de las paredes, espermas dibujados, insectos cristalizados dentro de las mesas, el baño lleno de publicidad de sitios dónde escuchar buena música, los cojines de las bancas de colores y nuestra mesa, la que daba a la calle. ¿Seguirá abierto?.

Caminamos por el centro, te mostré la plaza de toros, donde años más tarde vería un concierto de Alejandro Fernandez; la estación del norte, aunque llegaste ahí no nos detuvimos esa vez a disfrutarla, nos sentamos a comer algo mientras observamos las llegadas y despedidas de la gente, y, como eres de arquitectura, te gustó la entrada, con sus naranjas y murciélagos.
Te llevé a Rodilla, donde hacen los mejores sandwiches de queso con nuez; paramos en Il caffe di Roma, parada obligatoria de los mexicanos que pasábamos por ahí a charlar y disfrutar de un buen cortado.
En Nuevo Centro compramos sobre todo maquillaje para mi, en The Body Shop; ya las compras de ropa las hicimos en la calle Colón y en El Saler, donde también comimos más de una vez.

Me gustaba caminar a tu lado, con el sol a cuestas, sin nubes, por la plaza del ayuntamiento con sus locales de flores impregnando el ambiente, los árboles de color marrón y violeta, charlando de cualquier cosa y parando en algún sitio a tomar un café, seguir charlando y acariciar tu pierna de forma "accidental", tu mirada traviesa, las dos con gafas de sol pero no hacía falta mirar tus ojos para saber lo que me decía esa sonrisa.

Y el Turia, recorriendo casi todo, llevándote al puente de Calatrava, al de las flores, al Gulliver y llegando hasta La Ciudad de las ciencias y las artes.
Pasamos allí un día, las dos con converse en los pies, vaqueros y una camiseta de United Colors of Benetton, la tuya blanca y la mía gris, con gafas oscuras y el pelo recogido; cuando salimos cada una de su habitación y nos vimos nos dio risa. Un beso largo se quedaba como promesa de los que vendrían adelante.
Lo pasamos bien esa tarde, sé que nos enfadamos por algo, no recuerdo que, vimos el espectáculo de delfines enojadas y después se nos pasó. Al salir del Oceanográfico fuimos a comer y luego a casa.

Un fin de semana nos fuimos a Chueca, con tus amigas, Alex y su novia. Yo estaba agotada, toda la semana trabajando de 10 a 10; pero te hacía ilusión verlas y yo quería agradecerles por haberte recibido cuando llegaste. Llegamos por la noche, viven demasiado lejos del centro; al llegar al hotel, después de varias noches y días sin tenerte en mis brazos sólo pensaba en una cosa, si, hacer el amor, te besé y traté de convencerte de no salir; pero llevabas demasiado tiempo sin verlas y eran sólo unas horas las que estaríamos con ellas; ganaste y salimos, nos refrescamos y fuimos a un bar.

Que risa, aquella camarera, guapa, que estaba embarazada y me coqueteaba y yo, encendida le regresaba las sonrisas y la conversación, te enojaste al ver lo que pasaba; supongo que fue raro para ti verme así con otra mujer; era muy guapa, y yo solo quería ponerte un poco celosa, no habría llegado a nada con nadie.
Nos fuimos mas tarde al hotel y de nuevo intenté hablándote al oído mientras te abrazaba por detrás convencerte de jugar en las sábanas, pero te resistías y ya empezaba a cansarme, fuiste al baño y tardaste, me enoje, me di la media vuelta e intenté dormir. Luego tu querías pero me había cansado de rogar.

Al día siguiente fuimos a la Gran Vía, paramos a comer en un restaurante italiano, pedimos pasta y solomillo, muy bueno. Ellas compartieron una ensalada. Salimos a caminar viendo los teatros, la gente, el movimiento que recuerda el DF.
Mas tarde, en Chueca, paseamos por sus librerías, un bar muy raro, como en una cueva, vimos ropa, maquillaje, zapatos, etc.

Por la noche entramos a un sitio no se si de ambiente o no, creo que estaba dividido por zonas; estaba totalmente dormida, no podía mantenerme de pie, entre el sueño y las copas no resistía, me dormía a ratos, abría los ojos y veía a la novia de Alex acercándose a mi, sonriendo, al abrirlos de nuevo estabas bailando con tu ex, luego estabas frente a mi, preguntando si estaba bien; un parpadeo más y te vi sentada en mis piernas.
Salimos a comprar comida ya que les dio mucha hambre a esas horas de la madrugada, yo me quede dormida en una banca, en el suelo, en el metro y no recuerdo más, hasta la mañana siguiente.
Quizá fue un sueño, pero recuerdo vagamente esa noche en el hotel, que hicimos el amor, gritando, alguien, tu o yo diciendo que no gritáramos, la cama pegando en la pared, mucha luz, colores fuertes, un orgasmo de lo más extraño, girando, buscando tu cuerpo de rodillas, no se, hay mucha confusión...

Regresamos por la mañana a Valencia, después de conocer a la madre de Alex, nos dejaron en el metro, yo iba con una resaca y enfado increíbles, sólo quería tirarme en la cama y desconectar, ¿qué pasó realmente? ¿tomamos algo? ¿tú estabas igual? no lo se.

Las semanas pasaban y quedaba lo más duro por llegar, la muerte de mi abuelo, mi divorcio y tu partida.