sábado, 4 de febrero de 2012

17. COLOR ESPERANZA

Las llamadas de madrugada tienen el efecto de hacer latir más rápido el corazón.

Eran ya varias noches las que dormía mal, ese presentimiento que altera los nervios no me dejaba descansar. Una madrugada sonó el teléfono, era mi hermano, me preguntó que cómo estaba; -mi abuelito, verdad?- atiné a contestar, y el silencio me respondió. Lloré y no recuerdo que más me dijo, colgué.
Me quedé sentada llorando, pensando qué hacía tan lejos de casa, el par de años que me perdí a su lado, lo injusta que fui al no hacer más por él. Cuando me dí cuenta Cano me estaba abrazando, tú estabas de pie, en la puerta, al separarnos me abrazaste tu y me sentí caer, todo parecía irreal, solo sentía tus brazos y tu voz diciendo que estabas conmigo. Lloraba en silencio, no grité, ni dije nada, las lágrimas salian sin que pudiera detenerlas, me aparte de ti y les dije a los dos: "es día de trabajo, vamos a empezar", Cano dijo que si no iba a trabajar lo entenderían, pero no quería pensar; no lloré más que unos escasos minutos y me puse en marcha.

Desde el trabajo llamé a la estación de radio que escuchaba entonces, aquella donde te enviaba saludos y mensajes que entendiamos solo nosotras; me preguntaron como estaba, y respondí: "no se, se ha muerto mi abuelo, y no puedo estar allá", el locutor no supo que decir, me dio el pésame y al terminar el programa me dedicó una canción de Diego Torres, comentando lo mucho que lo sentía y que esperaba superara pronto la perdida. Seguí trabajando y sin poder llorar, no porque no quisiera, no podía atender a la gente así. Pasé ese día en trance, como si estuviera ausente viendo desde fuera lo que pasaba.
Llegué a casa y estabas tú, me abrazaste y me quedé ahí un rato, sin decir nada, comentaste lo de la radio y te respondí un par de cosas sobre lo amable que había sido el locutor. Así paso esa fecha, no era yo.

Estuvimos unos días "tranquilas" sin jugar a nuestro juego favorito, pensé demasiado si valía realmente la pena seguir tan lejos, había llegado a España huyendo de ti; pero ya te tenía, eras mía. Es cuando Cano ocupaba mi mente, pensando que no se merecía ese engaño, ni tu vivir en la sombra ni yo lastimar y salir mal parada. Ahora que lo veo a distancia no se porqué tarde tanto en regresar a tu lado, donde estaba mi sitio.

Continuaron los celos por un lado y otro, las tardes de otoño caminando por Valencia, cohibida, callada, analizando, esperando. Con el tiempo recorrido he aprendido a no esperar, a tomar lo que es mio, a no callar un "te quiero" o un "no eres tu, soy yo". Has tallado con tu existencia mucho de lo que soy y como soy. Gracias por estar conmigo en ese momento y todos los que han venido mas adelante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario