sábado, 20 de noviembre de 2021

COMO UN EXPLORADOR

Después de tres meses de encierro, de llorar escuchando a Alejandro Fernandez cantar: "Me dedique a perderte"de llamar y buscar a Cano, de malcomer y fumar excesivamente mi madre dio el paso que me hacía falta.

Una mañana entró a mi habitación, me despertó el ruido que hacía recogiendo los papeles que había en la alfombra, corrió las cortinas, abrió la ventana y el frío del invierno entró. Se sentó buscando mi cabeza en los pies de la cama, quitando el montón de mantas y me dijo algo parecido a esto: "no puedes seguir perdiendo los días así, no fue un fracaso, es una experiencia dura, muy dura, algo habrás aprendido seguramente, pero no guardes luto ni un día más a tus errores. He llamado a tus amigos, no sabían que estás en México, así que dúchate y prepárate que esta noche vienen por ti".

Tenía razón, pero lo que venía a mi mente en ese momento era emborracharme, sacar toda la mala leche acumulada y hablar con ellos. Pasaron por mí y fue una alegría enorme vernos sin presiones, reímos, nos hicimos bromas y subimos al coche de mi ex novio, éramos lo 8 amigos de siempre, 7 chicos y yo.

Nos fuimos al bar donde pasamos nuestros veintitantos, pedimos tres cartones de cerveza, cantamos con el grupo de rock en vivo, se hizo presente la magia de los recuerdos, la alegría de reencontrarnos y las ganas de olvidarnos cada uno de nuestros problemas.

Cuando cerraron el bar, nos fuimos en los coches a casa del Cuasi, seguimos la juerga y empecé el juego de azar con uno de mis amigos