jueves, 9 de febrero de 2012

19. I WILL

Estaba en el Castillo de Xátiva, con una amiga, la cafetería que está en la entrada era perfecta para pensar. Nos sentamos a charlar de todo, disfrutando de los árboles enormes que flanqueaban las esquinas, las enredaderas cubriendo parte de las bardas y ese aire tan puro; tomamos mosto y fumé un par de cigarros antes de levantarnos y decir: "Me voy a México a buscarla".

No podía pasar más tiempo sintiendo como la nostalgia se hacia presente todos los días.
Comencé a preparar el viaje; le dije a Cano que quería ir a ver a mi familia después de lo de mi abuelo -de cierta forma sentía que no le estaba mintiendo-, limpié mis maletas, guardé ropa de más y preparé mi boleto, segura de que viajaría esa misma semana.
Hable con la amiga que se quedó unos días en casa, le comenté que iba a México; me deseo buena suerte, me preguntó qué día volaba y poco mas.

El corazón me latía con fuerza, segura de lo que quería, de que estaba a horas de volver a verte. Me fui esta vez en autobús a Madrid, salí de madrugada. La vista de los molinos de viento con el cielo naranja y los campos verdes alegraban el camino, iba escuchando a Sting y, por supuesto, a Sabina.
Al realizar la parada a mitad del trayecto compré un café, galletas y cigarros; charle con una mujer pocos años más grande que yo, también iba al aeropuerto, cambiamos de asiento al subir; no recuerdo mucho su conversación, solo pensaba en ti.

Ya registrada en la lista de espera pasé la mañana leyendo un libro, caminando, nerviosa, haciendo tiempo hasta la hora del vuelo (siempre se hace eterno). Por fin, mi nombre en el mostrador 25, lista para salir. Esta vez no había famosos, y me tocaron 3 asientos, así que pude dormir cómoda. No cené, no podía con la ansiedad, vi películas sin enterarme de que iban, dejando que esas 11 horas de vuelo mas las 4 del autobús y las 7 de esperar el vuelo no pesaran.

Aterrizamos de madrugada, demasiado pronto, no avise a nadie que viajaba; al salir me encontré con mi amiga, la que se quedó en casa una semana, me recibió con su novio, fue una grata sorpresa y una gran ayuda, ya que sólo llevaba encima euros y a esa hora las tiendas de cambio estaban cerradas. Le pedí me cambiara algo de dinero; pero mejor aún, me llevó hasta la terminal de autobuses, pagó el boleto a Guadalajara y me invitó un café.

El autobús salía 2 horas más tarde, se quedó un rato y después me toco volver a hacer tiempo, caminar, charlar con un chico que también esperaba ese autobús, un italiano que iba a buscar a su mujer, mexicana. Subimos y mi asiento, como siempre, adelante, el chofer no quería conversar, cerró la puerta y no pude ver esa panorámica que tanto me agrada. Horas más tarde se detuvo a que la gente bajara a desayunar (sobre todo él), pero yo, sin pesos y nadie que quisiera cambiarme euros me quedé en el autobús, con frío y hambre. Llevaba casi un día sin comer. Traté de dormir pero su estación con música grupera a todo volumen no me lo permitió.

Después de casi un día viajando llegué a Guadalajara, salí y busqué un banco, cargando mis maletas y la mochila; fui a uno que esta algo retirado de la estación, el único que había, y, aunque el cambio no era muy justo no tenía muchas opciones. Luego de esperar casi una hora tenía pesos en la mano, regresé a la terminal, otra vez, arrastrando las maletas y te llamé a tu casa, te dije que estaba allí, que me dieras la dirección de tu casa para ir. Te sorprendiste mucho, y me dijiste que me quedara, que ya ibas tu por mi.

Esos fueron los minutos más largos de todos, sentada con unas señoras mayores al lado, te vi entrar y nos besamos, otra vez las miradas puestas en nosotras, pero en mi mente solo estabas tú y las semanas que pasaríamos juntas.

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