jueves, 23 de febrero de 2012

23. AÑO NUEVO, VIDA NUEVA.

Nos despedimos, pensando que nos veríamos en poco tiempo; tú, segura de que me tenías, de cuánto te amaba; yo, sin saber que pensar, habías dicho que no era tiempo de dar ese paso de vivir juntas y me iba mostrando una cara tranquila, pero me tenías destrozada por dentro, enojada, decepcionada, dolida, demasiado triste.

Sabía que tenía que divorciarme de Cano, no podía seguir engañándolo así. Me llevaste a comprar mi boleto de autobús, nos despedimos cada una pensando de forma tan contraria.
Al llegar al DF me esperaba uno de mis primos, me llevó a casa y, aunque me preguntaba muchas cosas (por ejemplo, porqué estaba en una terminal de autobuses si venía de España, supuestamente); le pedí no preguntar, no tenía ganas de hablar. Pensaba en mi abuelo, en ti, en la forma de quitarme esa sensación de vergüenza y frustración.

La casa era demasiado triste sin mi abuelo, el sillón reclinable donde se sentaba ya no estaba; ni su lampara, su cama tampoco... apenas quedaba rastro de sus objetos, sólo había fotos; entré a su recámara y abrí ese armario donde tantas veces me escondí de niña jugando, y vi sus chaquetas, sus camisas, sus zapatos de estar por casa, y lloré. Ya no me recibiría con un: "mi muchachita", no había película que valiera la pena si no estaba él para contarme sus historias. Esa fue una de las navidades y año nuevo más vacías y ausentes que he vivido.

Aunque esa parte de mi vida es importante, no me gusta tocarla demasiado, es algo muy íntimo y que no estoy lista para abrir, no quiero restarle importancia, pero no escribo esta historia por o para él, es punto y aparte.
La casa había cambiado bastante desde la última visita, o había sido yo?; estaba mas desgastada, la pintura dejaba notar que necesitaba reformarse, los muebles eran nuevos, ¿dónde quedaron los anteriores?, en general, todo parecía más pequeño. Es lo que tiene salir de el entorno, conocer más de una casa y echar de menos la nuestra.

Otra vez en el aeropuerto, sola esta vez; basta pasar una despedida para evitarlas en lo posible. Tuve suerte y viajé ese mismo día. No recuerdo si había a algún famoso, o las películas que vi para pasar esas 11 horas de vuelo. Sólo pensaba en la forma de decirle a Cano que debíamos separarnos. Cuando llegué a Barajas me acordé de ti. Y reviví tu estancia en mi mundo desde el primer día. Llegué a la estación del norte y me esperaba Cano, hablamos del viaje, de mi familia y poco más.

Era tiempo de aclarar las cosas y, sin saberlo, de meterme en un mundo de droga, mujeres y letras. Mi abuelo se llevó lo poco que quedaba de esa niña detallista, alegre, familiar; y tu te quedaste con toda la pasión, la energía y el amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario