jueves, 22 de marzo de 2012

25. CRISTINA

Me fui a casa sin responder a Eva, pensando en ella; en lo guapa que es, el carácter que tiene en su profesión no es el mismo que tiene fuera del trabajo. Al tocar mi cama me quedé dormida, todo parecía un mal sueño. Me despertó el móvil, contesté sin ver quien era, la voz de Cristina me hizo reaccionar, me invitaba a comer (¿qué hora era?), quedamos en un restaurante brasileño, en el Barrio de Carmen.

Me duche, no sabía que ponerme, me preocupaba desde la ropa interior hasta el maquillaje. Y mientras ponía color a los labios, te recordé. Me quedé inmóvil, pensando que si daba el paso de acostarme con Cristina o alguna más, sería empezar a olvidarme de ti. Después de todo, habías dicho que no era nuestro momento. Intenté enfadarme, encontrar una razón para no creer que te era infiel.
Tomé mi bolso y salí a buscar un taxi. Me venían a la mente Cano, que no merecía el engaño; tú, que no sabía que hacer contigo; Eva y sus sentimientos, que desconocía y a quien había lastimado sin saber; lo único que tenia claro es que Cristina era para jugar sin sentir.

Llegué y estaba en la terraza, fumando, con esas piernas largas cruzadas, sus gafas de sol tipo aviador, el cabello rubio brillaba con el sol y al verme una sonrisa me recibió. Nos dimos dos besos y pedí una tónica. Hablamos del clima, de lo cerca que estaba la primavera y el olor que inunda Valencia, las calles huelen a jazmín; le conté un par de historias que le hicieron reír. Entramos a pedir la comida y nos quedamos en una de las mesas del fondo, a esa hora es la siesta, así que quedaba poca gente por ahí.

Hablamos de lo inevitable, la noche anterior, le pregunté que pasó entre ella y Eva; me dijo que tampoco lo recordaba con claridad, pero que escuchó lo que me dijo Eva en la mañana, ya que ella seguía en su casa. Que no pretendía ninguna relación conmigo, pero tampoco negaba que le atraía, que el hecho de no conocerla le hacía sentirse cómoda; y que quería terminar lo de anoche.
Le respondí que no era un buen momento, tenía la cabeza en otro sitio y no podría disfrutarlo como quería. Me pidió acompañarla al baño. Sabía que con una chica así ir al servicio significa otra cosa. Sin embargo, fui.

Cerró la puerta y nos besamos, metía sus dedos largos entre mi cabello mientras me mordía la boca; el escucharla gemir me excito demasiado. Me costó separarme, no podía pensar con claridad. Respiró con fuerza (como todos sus movimientos) y se metió una linea de coca. Me ofreció, pero me negué, dijo que después de meterme una linea la noche anterior me puse a escribir como desesperada y recordé eso, las letras fluían como agua. No tenía alcohol encima, así que lo probé de nuevo, quería saber si era eso lo que me movía.

Pagamos la cuenta y subimos a su coche; se detuvo en el Hotel Las Arenas, me dijo el número de habitación que tenía reservada, me dio un paquete y me dijo que preguntara por ella en 20 minutos.
Me quedé fumando fuera, pensando si entraba o no cuando alguien me saludo; era una amiga de Eva, hablamos de la fiesta, vio el paquete y soltó un: "salúdame a Cristina".

Entré, pregunté por ella y en el ascensor seguía dudando. Me quedé fuera de la habitación, sin atreverme a dar el paso, sin tocar, viendo el paquete. Cuando abrió la puerta; iba descalza, me tomo de la mano; una vez dentro me sirvió una tónica y me dijo que abriera el paquete; se sentó en un sofá delante de mi tocando su guitarra. Lo abrí y era una caja con juguetes eróticos, unas esposas, plumas, gel, aceite y velas, todo color rosa.
Me reí, no esperaba eso, le dije que estaba loca, soltó la guitarra y me besó; esta vez de una forma suave, muy delicada, no pude evitar sentir, me olvide de todos y me dejé llevar.

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