miércoles, 18 de enero de 2012

6. SEGUNDA LLAMADA


Esa sensación de llegar a tu país, a tu casa, de sobrevolar por tu historia es indescriptible, es algo que todos deberíamos pasar al menos una vez en la vida, así le daríamos valor a las cosas.

Mi ciudad, mi tierra, mi gente, aunque no me toco ventanilla giré la cabeza para ver mi querido Distrito Federal, unas lágrimas querían asomar pero no era tiempo todavía (¿acaso hay un momento donde son oportunas?).
Al aterrizar y ver a mis paisanos, sentirme rodeada de piel morena, de contaminación y ruido pude suspirar, estaba en casa.
Pasar por la larga fila de aduana es uno de los requisitos mas desesperantes que puede haber, los órganos y los sentidos no están al 100, solo piensas en una cosa: salir.
Ahí estaba mi familia, esperando por nosotros para ir directo a una fiesta; mi hermano estrenaba coche y novia y mi madre no cabía de felicidad. Al pasar por los vuelos nacionales escuché la llamada para el vuelo a Guadalajara, me estremecí; podría haber llamado y decirte que iba a México, pero no, ¿para qué?, si estabas nuevamente con Anais y yo presentaría a Cano con mi familia.

Ese viaje, aunque corto, porque 20 días no dan para todo lo que uno quiere me hizo valorar lo que tengo, lo que soy, de donde vengo y a donde voy. Me unió mas a Cano, aprendí a disfrutar su compañía, comunicamos a la familia que pensábamos casarnos y todos se alegraron.

En septiembre, al celebrar las fiestas patrias por todos lados se escucha el marichi, hay tequila en las casas, sombreros de charros, vamos, todo lo que hay en Guadalajara y es imposible no pensar en ti con ese ambiente.
Disfruté mucho esas semanas, estar al lado de mi familia, aunque era raro estar de visita en mi casa, hicimos algunas fiestas con los amigos y trataba de alargar todo el tiempo posible con ellos.

Estaba pendiente de mi correo, pero no conteste ni me conectaba, evitaba un encuentro esperado, no quería verte, no era el momento, algo me obligaba a esperar.
Pasaron los días mas rápido de lo que uno quiere; de nuevo despedidas, pero esta vez tenia la energía recargada, estaba todo en orden.

La noche que regresamos a España yo tenía fiebre, estaba resfriada y me sentía mal. Tener a mi lado a Cano, cuidando de mi me hizo pensar que era hora de amar a quien me ama, de cuidar lo que tengo, de dejar de pensar en fantasías y centrarme en lo real, lo correcto. Fueron 11 horas de vuelo guardando luto por lo que pudo pasar y no pasó; por la persona que hacía temblar todo mi mundo y que abría una ventana nueva de oportunidades de opciones de amar.
11 horas escuchando la misma lista de canciones de Franco de Vita en el avión, esta vez si deje salir las lagrimas por la decisión de pasar de ti, de tu vida, de empezar a vivir la mía.

Pasamos meses sin estar en contacto, cerca de la fecha de la boda coincidimos, charlamos por horas, te comenté que había ido a México medio año antes... 6 meses habían pasado desde entonces, nos pusimos al día, después del reclamo por no haberte avisado y el silencio que le siguió al darte mis motivos. Te dije que me casaba en unas semanas, me preguntaste si es lo que quería, te respondí que si, toda esa conversación con muchos silencios que guardaban un "no te cases", "ojalá fuera diferente" y con tristeza por no conocernos después de 2 años.

El día de la boda, pensé en ti. Irónicamente al casarme me liberaba de cualquier rastro tuyo.
Comenzamos a charlar semanas después pero sin segundas intenciones; las conversaciones eran sobre la vida cuando uno se casa y de tus torneos de futbol. Tuviste algunos... besos esporádicos con chicas de tu universidad, pero no parecía nada serio.

Una tarde llamaron de México (nunca llaman) y me dijeron que tenía que ir a ver a un familiar que estaba enfermo, alguien muy querido para mí. Así que en unos días preparé lo necesario e inicié el viaje, sin saberlo, donde por fin nos conoceríamos.

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