miércoles, 18 de enero de 2012

5. PRIMERA LLAMADA


Es raro decir: "voy a visitar mi país" o "voy de visita a mi casa".
Da nostalgia aceptar que ya no es tuyo nada, que si, que lo llevas contigo, pero no perteneces a ese sitio ya.

Días antes del viaje estuve de compras, pensando y buscando que llevarle a la familia y amigos, se lleva mucho esfuerzo, espacio, tiempo y dinero. Que al final vale la pena, es una forma de decirles que han estado en mi mente siempre. No los aburrí contando las complicaciones de adaptarme, del acto racista cuando unos chicos en motocicleta me aventaron huevos por la calle en la noche al salir de trabajar gritándome: "sudaca de mierda! vuelve a tu país"; o de las personas mayores que me decían que no me darían dinero por ayudarles a bajar del autobús o bajar algún escalón alto. Para qué contar de los días comiendo sólo cereal para poder comprar un colchón decente, era mejor hablar de lo que querían escuchar, cómo son las calles, las personas, el ambiente, que visión tienen de los mexicanos, de la relación cultural entre ambos países.

El camino a Madrid fue en tren, iba feliz, el calor de esa mañana de verano adormecía mientras miraba por la ventanilla los mismos campos de arroz y naranjas que me dieron la bienvenida hacía meses; Chambao estaba pegando con "Ahí estás tú" y sonaba en la radio del tren, un poco de rumba agregado al estado de ánimo siempre viene bien al corazón.
Pensaba en todo lo que quería hacer con mi gente.

Llegamos a Madrid, cuando fuimos hacia la lista de espera nos encontramos con varias personas durmiendo allí, nos comentaron que llevaban semanas intentando volar, eso me decepciono, me bajo la moral, aunque Cano siempre estuvo dándome ánimos, decidimos dormir en la capital esa noche, nos fuimos a casa de los tíos de Cano, el descansar, comer, ducharse y hablar con la familia es una inyección de energía.
Al día siguiente la lista era más larga y por habernos ido nos dejaron al final.
Nos quedamos a dormir esa noche en el aeropuerto, escuchando historias personales, pensé que después de todo no estaba tan mal, no me estaba perdiendo ninguna boda, ni inscripciones de la escuela o nacimientos. Lo mio era viajar por placer.
Como era de esperar no se movió la lista siendo temporada alta, después de dormir en Barajas un rato bajo las escaleras mecánicas, otro en la capilla y un rato mas sentada en el baño (el único sitio donde no hace tanto frío); y luego de comer galletas, patatas fritas y algún sandwich en todo el día regresamos a Valencia.
Iba triste, el atardecer no alegraba la vista, ni la película de Cantinflas que pusieron en el tren. Solo quería llegar, deshacer las maletas con ropa y empacar de nuevo las ganas de ir a México.

Me quedaba una vez más con las ganas de verte, y tú, barajando la posibilidad de regresar con Anais. En ese momento me pareció injusta la poca empatía de tu parte. Pero poco se puede reclamar donde no hay nada escrito. Y yo al parecer era solo tu paño de lágrimas, estaba cuando ella te trataba mal y me iba cuando querías estar bien. Para que pensar en ti cuando tenia alguien a mi lado que me amaba de verdad?...

A finales de agosto visitando la página de los vuelos Cano vio que ya había plazas en el avión, empacamos de nuevo, esta vez iba en el plan mas pesimista que se puede, así no me dolería tanto regresar con la cola entre las patas. Viajamos de madrugada, aun estaba oscuro al llegar a Madrid, cuando fui a la lista de espera, eramos de los primeros!, no me hice ilusiones hasta no escuchar mi nombre en el mostrador. Fumando, caminando, viendo aviones, conociendo gente, intentado que pasaran las horas hasta que por fin, escuché nuestros nombres; "ya has visto cuando estando en el avión bajan a los de lista de espera por subir a alguien con boleto completo" -pensé-.
Estaba esperando que el avión despegara para soltar esa sonrisa de nervio. Y una vez en movimiento me relaje, pude dormir de un tirón pensando que estaba a horas de ver a mi familia, a mis amigos, estaba a días de conocerte, aunque algo me decía que aun no era nuestro momento.

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