lunes, 23 de enero de 2012

10. CONOCIENDO TU MUNDO


Enfrentar los temores nos hace ver que son insignificantes y nos hace crecer, siempre, en cualquier situación.

Tu cara estaba asombrada por la situación, nunca supe si fue por Anais y su terquedad de seguir llamando, por mí contestando y enfrentando o por ti, sin saber que hacer.
Fue incomodo tener que hablar con ella, controlarme lo más que pude hasta que viste que estaban subiendo de tono las respuestas y hablaste tu diciendo que dejara de molestar, que querías estar solo conmigo, que lo suyo estaba terminado.

Después de dar el primer golpe diciendo que tuvo su oportunidad, que no te supo cuidar, que lo sentía mucho pero yo había llegado antes y que nunca me había ido ella respondió: "tu te irás, y, a quién va a buscar?" "puede que la tuvieras por internet, pero estuvo en mi cama antes, muchas veces" "te irás..". Esa pelea por ti habría durado horas si no intervienes y pones un alto, a las dos.
Traté de calmarme, salí a fumar y te deje hablando por teléfono pensando: "joder! porque te sales? ahora no sabrás que le está diciendo" y la razón me tranquilizaba susurrando: "si es tuya, nadie ni nada te la quitarán, sino, has cumplido con lo que venías a hacer, quitarte el hubiera".

Esa tarde quedo fastidiada por la llamada, hablamos de ello, traté de olvidar, después de todo, yo estaba casada con Cano y le quería, así que no tenía ningún derecho de reclamar nada.
Cuando estaba todo en calma te pregunté de que lado te dormirías, y me respondiste que no te quedarías, nunca habías dormido fuera de casa y no sería conmigo la excepción. Desde mi lado ya con 21 podrías haberlo hecho, del tuyo, seguías siendo niña de familia. Cosa que me molesto los siguientes años. Y pasé la primer noche sola, en esa cama donde se quedó tu olor impregnado, pensando en ti, en Cano, en mi, en que me iría...

Al día siguiente fuiste por mi, me llevaste a tu casa, conocí a tu familia conforme llegaban de la escuela y el trabajo. Recuerdo la primer charla con tu madre, interrogándome, preguntando qué había estudiado, donde había trabajado, que planes tenía a futuro, cómo nos conocimos, porqué decidí ir a Guadalajara, que si no me reñían por tantas horas al teléfono contigo, que si no salía caro. Al final creo que le caí bien, me dijo que le gustaba que una de tus amigas fuera simpática, que hablara de forma educada y que estuviera pendiente de ti. Y me jacta decir que Anais y las que han pisado tu casa después y antes de mi no tendrán ese lazo con tu madre, yo soy punto y aparte.

Esa tarde fue para conocer a tu familia, tu lugar de trabajo, el ciber donde tantas veces charlamos, tu universidad, los centros comerciales, todo lo que te envuelve.
Fue interesante, conocí una parte de ti que no me dicen tus palabras ni tus actos, tu entorno. Con tus amigos fue diferente la historia, soy, sin darme cuenta muy analítica con las personas, puedo decirte a quien le caí bien, quien no me soporta y con quien no me interesa seguir una amistad. Sí, se noto un poco la diferencia de edades cuando salimos, tu querías fiesta todos los días, en la universidad, en casa de tus amigos, en tu trabajo, en el bar de siempre, y yo también pero con menos cantidad, quería mas tiempo contigo que compartido.

Apenas nos besamos esa semana, te daba vergüenza tomarnos de la mano, porque nadie en tu entorno sabía lo tuyo, no podíamos mirarnos apenas en tu casa para que no lo notaran; la segunda noche en casa de Toño abrió la puerta de mi habitación, por error supongo, te lo comenté al día siguiente y tu madre, después de eso y de ponerme mal del estomago insistió en que durmiera contigo, en tu cama. No sabía si besarle o decirle que no, que no podría contenerme con tu cuerpo al lado mío.

Dormimos en tu cama, pero en habitación compartida, recuerdo cada noche perfectamente al cerrar los ojos.
Acostadas de lado, tu acurrucada en mis brazos, sintiendo el calor de tu espalda y ese final que me pone mal, tus piernas tan cerca, ninguna noche pasó sin discusiones, yo tratando de contenerme y cediendo, besando tu cuello, mordiendo tus orejas y hablándote al oído, oliendo tu pelo, mis manos acariciando tu estomago, tus costillas, subiendo hasta tu pecho... siempre, todas y cada una de las noches recibiendo un no por respuesta, olvidando que no estábamos solas; terminaba dando la espalda para no caer de nuevo, enfadada, ardiendo y preguntándome: "¿porqué sigo aquí?" y respondiendo enseguida: "porque es mejor tenerla cerca, sin poder tocarla que estar lejos de ella".

Una noche me enfadé más de lo normal, me duró hasta la mañana siguiente y ni tus besos de buenos días me ayudaban a estar mejor, sabes porqué? Porque esa noche admití que no quería a nadie más en mi cama, que nunca había deseado tanto a nadie, que me estaba enamorando, y esta vez no era un ciber amor, esta vez era real.

Días antes de irme fuimos a tu universidad y coincidimos con Anais, nos conocimos de frente y esa situación, mi reacción, te dio el empujón que necesitabas para decir: "si, me voy contigo a España".

No hay comentarios:

Publicar un comentario