jueves, 26 de febrero de 2015

CAIDA



Ese sentimiento tan común, tan ambiguo... esa piedra donde nos gusta tropezar.
Tu fantasma se hace real de alguna forma inesperada y comienzan a cosquillear los dedos, pierdo control sobre ellos que salen en busca de las letras.
Mis ojos, mi mente, ansiosos de escribir algo donde el pulso se acelere, deseando, rogando que el tuyo también lo haga, donde quiera que estés.

Y como es de esperar, no sucede, no sucederá más.
La excitación con la que inicio termina en decepción, un "te lo dije" retumba en mi cabeza. Me siento como aquél chico que se pone sus mejores ropas, el que limpia la punta de sus zapatos antes de entrar al bar donde la chica de sus sueños le espera, ese que en el cristal de la puerta revisa sus dientes y su corbata y mira las flores que ha comprado; así es, aquél que dejaron plantado, sentado en la mesa más triste que da hacia la calle.

Estoy en ese momento donde me odio, te odio; donde no quiero volver a creer en ti. Ya no puedo seguir esperando como un niño a que le cumplan esas promesas rotas. Dicen que el lugar donde fuiste feliz, no debes volver. Es verdad...